Tendemos a separar entre la publicidad convencional (los medios de toda la vida como la televisión, radios, revistas, etc) y la publicidad no convencional (internet, guerrilla, street marketing, etc) Y es que no hay duda que los formatos son muy diferentes.

 

Sin embargo, en cuanto a lo que se refiere a la estrategia en si o a la forma persuadir al público potencial, la publicidad funciona de la misma manera, ya sea convencional o no convencional.

 

 

 

 

 

 

Hace poco leímos un interesante artículo de Hubspot donde explicaba 11 ejemplos de anuncios de Facebook exitosos.

 

Y lo cierto es que, los elemento comunes que compartían los 11 ejemplos de los anuncios de Facebook, no solo sirven para esta red social sino que se pueden aplicar a cualquier tipo de campaña on y off line.

 

 

 

 

La frase “Una imagen vale más que 1.000 palabras” no es solo una frase hecha.

 

La ciencia ha demostrado que el 90% de la información que le transmitimos al cerebro es de carácter visual.

 

Es más, según Zabisco, el 40% de las personas responden mejor a la información visual que textual.

 

Y según Internet Retailer el 85%  de los consumidores es más propenso a comprar un producto después de haberlo visto.

 

 

Por supuesto, la publicidad en cualquier de sus medios y formatos no se queda al margen. Si queremos que nuestro anuncio llame la atención debemos hacerlo lo más visual posible. Y eso implica respetar criterios estéticos, proporciones, normas visuales, armonías,… y en pocas palabras, asegurarnos de que nuestro anuncio entra por los ojos de nuestro público potencial. 

 

Cuanto más visual y más atractivo sea nuestro anuncio, más probabilidades tenemos de que sea capar de llamar la atención, persuadir y enamorar a nuestro público objetivo.

 

 

 

 

Para que algo te llame la atención, debe ser importante de algún modo para ti. Ya sea porque tienes una necesidad latente insatisfecha, porque te sientes atraído por ese tipo de productos o porque simplemente te gusta.

 

Por ejemplo, todos los días estamos expuestos a infinidad de anuncios de productos para bebés, pero es muy probable que seamos más conscientes de que estamos expuestos a estos anuncios e incluso que nos paremos a escuchar sus mensajes cuando nos hayan notificado que vamos a ser padres.

 

Solo a partir de esa notificación, hemos dejado de ver esos anuncios a fijarnos en esos anuncios. Y eso es debido a que ahora esos mensajes son relevantes para nosotros porque responden a algún tipo de necesidad, como por ejemplo, de estar mejor informados sobre la paternidad.

 

Es muy típica la frase “solo hace falta que te pase algo para que lo veas por todos lados”. Y es que cuando tenemos una necesidad, independientemente del tipo de necesidad que sea, estamos más receptivos a recibir cierto tipo de información.

Por eso, es crucial que el anuncio es si, la imagen que transmite, los productos que anuncian o el texto que pone sea importante para ti y te aporte algo y sea capaz de mover tu insight.

 

 

 

Si un anuncio es visual y relevante captará nuestra atención sin lugar a dudas. Pero, ¿Que nos impulsa a la compra de un producto determinado? Pues la propuesta de valor que nos haga la marca.

 

Por ejemplo, si nuestro público potencial adora las flores y la propuesta de valor que le hacemos como marca es simplemente que tenemos flores, es muy probable que la campaña no tenga el éxito esperado. En este caso, la campaña no tendría éxito porque no le estaríamos transmitiendo un valor diferencial. Es decir, únicamente le estamos transmitiendo que tenemos flores, como 2 millones de floristerías más. Sin embargo, nos estamos olvidando de transmitirle la información más importante, y es qué nos diferencia del resto de floristerías, qué nos hace únicos y porqué tiene que comprarnos las flores a nosotros.

 

En muchas ocasiones, la gente confunde la propuesta de valor con un precio promocional y no tienen porque ser lo mismo (y en realidad no es recomendable que nuestras propuestas de valor sean únicamente promociones ya que estaremos transmitiendo que somos una marca de saldo).

 

Una propuesta de valor podría ser que somos, por ejemplo, la única floristería especialista en flores exóticas, o que nuestros repartidores hacen las entregas cantando ópera.

Por eso, es muy importante tener claro cuál es nuestro valor diferencial para transformarlo en una propuesta de valor que sea interesante para nuestro público objetivo.

 

 

 

Pero además de tener una propuesta de valor relevante, cualquier buen anuncio que se precie tiene una llamada a la acción clara y persuasiva. Si además, el anuncio está muy cercano al proceso de compra, por ejemplo en un lineal del supermercado o un banner de internet, cuánto más persuasiva y clara sea la llamada a la acción más probabilidades tendremos que de nuestro anuncio sea un éxito y termine en una venta.

 

Una buena llamada a la acción debe ser clara, sencilla y llamativa. Pero además debe resaltar.

 

Pongamos un ejemplo: Supongamos que tenemos 2 bandejas de queso exactamente iguales cada uno en una mesa. La única diferencia entre ambas es que en una hay un cartel de dice “¡Pruébame!” y en la otra no hay nada. ¿Cuál creéis que se venderá antes? Nosotros estamos seguros al 100% que la gente cogerá antes las bandejas que tienen el cartel de “¡Pruébame!” que las que no tienen ningún cartel simplemente porque unas les invita a hacer algo, que en este caso sería probarlas y la otra no.

 

Y lo cierto es que el uso que hagamos de las llamadas a la acción puede ser determinante en las ventas que consigamos a través de nuestra página web, landing page, campañas de Social Media Marketing, publicidad en buscadores (SEM) e incluso en el CTR del SEO.

 

 

Por eso merece la pena dedicarle el tiempo necesario a nuestros anuncios y tener en cuenta estos 4 factores para asegurarnos de que amortizamos nuestra inversión en publicidad convencional o digital de la forma más rápida y eficaz.

 

 

¿Tus anuncios cumplen con estos 4 requisitos?